lunes, 5 de febrero de 2024

Por no callar

    No he leído el artículo pero me he fijado en la foto. Son dos jóvenes matemáticos posando para la cámara. Jóvenes no tan jóvenes, quiero decir. Sobre el que está de pie, sonriente, bastante calvo, nada que decir. El otro, que está sentado, con gafas e inexpresivo, la verdad, tiene cara de tonto.
    Lo digo sin ánimo de ofender; yo mismo, lo reconozco, soy bastante tonto. Además la apariencia es lo de menos, como lo demuestra este caso, porque tonto, tonto, no debe de ser. O no tonto para todo, que por otra parte es lo normal, ser listo para algunas cosas y tonto para otras (y mediocre en general).
    No sé de que va el artículo, uno no puede leerlo todo, pero bueno, me hago una idea: irá de lo importante que son las matemáticas, más para la vida moderna (qué expresión, la vida moderna). Puede que detrás estén los intereses de alguien, de una universidad que vea peligrar su cátedra de ciencias exactas por falta de alumnos o del mismísimo Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades que vela por el futuro del país.
    Me encantaría entender las matemáticas, visualizar ecuaciones, resolver integrales, sopesar conjeturas, no sé, que me llamaran de la NASA para consultarme algo. Pero no, soy un negado, soy tonto perdido para las matemáticas (las de verdad, no las de andar por casa). Me consuelo pensando que puede que el de la foto (no sería justo llamarle el tonto de la foto) tendrá sus carencias en otros campos. Pero bueno.

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