La papelera, un estudio crítico. En referencia a la papelera hay tres aspectos a considerar: el objeto, el concepto y la función. Como objeto su misma ubicuidad —está por todas partes— la hace de difícil descripción. Como estereotipo es un cono truncado invertido hueco de material sintético. Como miembro de una especie es la prima sofisticada del cubo de la basura. A partir de ahí las posibilidades de diseño son cuasinfinitas. La más elegante puede que sea la papelera de rejilla.
El concepto papelera nace como un efecto colateral indeseado de la invención del papel en China hace dos mil años. La papelera viene a paliar una imperfección que no radica en el papel en sí, sino en el uso que hacemos de él. Por otra parte el concepto ha transcendido al objeto, he ahí la papelera en la pantalla del ordenador.
La función original de la papelera es la de contribuir a la eterna lucha de la humanidad contra la entropía. La entropía, en termodinámica, es el grado de desorden de un sistema. Extrapolando a la vida cotidiana, hacer uso de la papelera ayuda a reducir ese desorden; aunque a la larga, como es natural, el desorden prevalezca. Con el uso, la papelera ha devenido en multifuncional y tiene como valor añadido, entre otras posibles, una importante dimensión lúdica. Sucede cuando se utiliza para encestar bolas de papel arrugado.
He dejado para el final su función en Literatura. Se describe en una frase que según Robert Graves decía el rector de su universidad. Según otros quien la dijo fue Isaac Bashevis Singer (es probable que lo dijera en yiddish). La han repetido muchísimos más, una lista que termina de momento aquí, en mí. Aviso que hay, debido al género, un matiz distorsionador en la traducción que no estaba en la frase en inglés. Esta es la cita: La papelera es el mejor amigo del escritor. Aunque debo decir que otros asignan ese protagonismo al rotulador de tachar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario