Los idiomas están en continua evolución; para bien o para mal, según épocas y opiniones. También se influyen mutuamente, y cada vez más. A veces no, a veces un idioma se aferra a su tradición y aguanta el embiste de la globalidad inmisericorde. Creo que ha podido pasar con los aranceles; con la palabra “arancel”, rara donde las haya. En inglés dicen tariff. Por otro lado, tarifa en inglés se dice fee. Arancel resiste, de momento. No descartaría que un día un periodista dijera, o escribiera, que al precio de tal producto (importado) el gobierno le ha añadido una tarifa del tanto por ciento. Ah, que ya ha pasado...
Escribo esto a modo de introducción y me voy dando cuenta de que en el fondo no viene a cuento. Es igual, mejor sacarlo y que no se me quede dentro y pueda llegar a infectarse. AI son las iniciales en inglés de Artificial Intelligence. La expresión se acuñó, al parecer, en 1956 y ha pasado al castellano como Inteligencia Artificial. Para mí que está mal dicho. La inteligencia artificial es una verdad a medias, porque es artificial pero no es inteligencia. Igual es un oxímoron. Me suena mejor Inteligencia Simulada, expresión que deja claro que hay trampa, engaño, simulación.
Pero es que la palabra inteligencia tampoco me parece adecuada. La inteligencia natural es sináptica y humana y por tanto imperfecta, factible de equivocarse, ¿para qué querríamos copiarla? Si la inteligencia natural es imperfecta, la simulada lo será más. Habría que sustituir la palabra inteligencia por algo más consistente. Se me ocurre sabiduría. SS, Sabiduría Simulada (Simulated Wisdom, SW en inglés); falsa en todo caso. Como término coloquial sugiero el que usaba Txomin del Regato: “sabidurensia”.
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