Con profondo dolore devo annunciare la morte del nostro Santo Padre Francesco. A veces el italiano se entiende de maravilla. Publicaban el otro día una lista de los 264 papas que ha habido hasta la fecha. Me he enterado así del caso del papa Liberio (en la lista aparecía como Liborio, error). Después de más de tres siglos de papado y de treinta y cinco papas, todos proclamados santos, algo tuvo que hacer mal Liberio para ser el primero que aún no ha sido “elevado a los altares” (los trece que le siguieron también son santos).
Casualidad, fue este Liberio el que fundó el templo que ahora es la basílica donde han enterrado a Francisco. Cuándo le preguntaron si aceptaba su nombramiento como papa, Jorge Mario Bergoglio dijo que sí y añadió: aunque soy un gran pecador. Igual lo dijo en latín, etsi magnus sum peccator, o en italiano, anche se sono un grande peccatore. Lo dijera en el idioma que lo dijera no dudo de que era sincero; quién sabe de los abismos interiores de cada uno o, mejor dicho, de cada otro.
Francisco solo pudo ser un gran pecador porque no los hay pequeños. Todos lo somos en tanto que imperfectos. La humanidad se divide en dos grupos de personas, por un lado los grandes pecadores y por otro, los aún más grandes, a los que podríamos llamar los super-pecadores. Así que, serás un gran pecador, Jorge Mario o Francisco o Francesco o Franciscus, no lo dudo, pero te garantizo que no eres de los más grandes. No sé por donde andará Liberio en el ranking, pero aquí estoy yo, sin ir más lejos, que en otras muchas cosas no, pero en esa te gano seguro.
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