Leo que una escritora (testigo protegido) declara amor a las esdrújulas. Lo da a entender. A J., un amigo, por el contrario, le oí en una ocasión renegar de ellas. Las esdrújulas están bien, sin abusar. Lo mismo pasa con los pentasílabos, incluidos los esdrújulos. El hecho de que la palabra pentasílabo sea a su vez un pentasílabo es una coincidencia que reconforta. Los pentasílabos son los dinosaurios del diccionario.
Una vez soñé con la palabra lepidóptero y quién sabe por qué me sentí satisfecho, me pareció un sueño de cierto mérito. Hoy he soñado con otro pentasílabo: escarapela. No tiene la fuerza de las esdrújulas pero da gusto la suavidad de sus cinco sílabas susurrándote al oído, es ca ra pe la.
Esto me ha recordado otra palabra de hace unos días. Estaba pensando que los nombres de los equipos de fútbol italianos pueden darse tanto en masculino como en femenino, así el Milan, el Inter, el Nápoles o, por el otro lado, la Roma, la Juve, la Fiorentina. Sin embargo en España no es tan frecuente el femenino, en equipos de fútbol, y haciendo memoria me he acordado de la Balompédica Linense, el equipo de La Línea de la Concepción, en Cádiz.
Balompédica es otro pentasílabo esdrújulo. Si los pentasílabos son los dinosaurios del diccionario, los esdrújulos son los Tyrannosaurus rex de los pentasílabos. Balompédica es una palabra única, con personalidad; no es probable que la encuentres en ningún otro contexto. Al pronunciar la sílaba tónica parece que has chutado un balón, balompédica; gol por la escuadra.
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