viernes, 3 de octubre de 2025

Mensaje oculto

    Una de las cosas que hacen buena una frase es su capacidad de sorprender. Me ha pasado con esta: Alguien que odia a los niños no puede ser del todo una mala persona. La dice un personaje de la última novela de Elizabeth Taylor. No hablo de la actriz, sino de la escritora (que por lo visto decía que la coincidencia de nombres le venía bien). Por lo demás, el personaje no se explica demasiado, solo hace el comentario después de declarar que “Peter Pan” le parece una historia horrible.
    Seguramente solo es una broma, un ejemplo de humor británico; hay que amar siempre a los niños, sin duda. Pero, metido en el juego, me ha gustado la frase por la piedad, o la caridad (de repente no sé distinguir entre ambas), que muestra hacia un comportamiento que se condena socialmente.
    Diríamos que abre una puerta a la esperanza, que si alguien odia a los niños puede tener sus razones; no sé cuales, un trauma en la infancia, un hartazgo del mundo o haber tropezado con algún que otro niño verdaderamente odioso, que los habrá.
    Pero estas serían explicaciones accidentales y la frase sugiere que hay otra intrínseca, connatural; que hay algo en el hecho de odiar a los niños, a todos, que hace imposible la maldad absoluta. Por ejemplo, se me ocurre, esa persona puede poseer una sensibilidad especial y odia a los niños porque le arrastran a la medianía y le impiden ejercer un bien superior.
    Otra vez estoy especulando. Al final me quedo con que, aunque no entendamos las razones de ese odio (que no las habrá), también se nos está diciendo que a menudo las cosas no son como parecen y siempre puede haber algo que se nos escape.

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