lunes, 25 de agosto de 2008
El olor de la higuera
Aparqué el coche en un camino sin asfaltar. Buscaba la sombra y lo arrimé a la vegetación de la ladera. Entre las plantas que originaban la sombra debía haber una higuera. Debía digo, porque no es que la viera, la olí. La sombra estaba impregnada de un fuerte olor a higuera; o a higos (no sé como se nombra ese olor). Me encantan los higos (by the way), pero aún no era época, así que no debía haberlos. La presunta higuera estaba camuflada entre otros árboles y arbustos y en la penumbra que formaban no se distinguía gran cosa. Lo único fuera de lugar allí era el coche.
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