sábado, 16 de agosto de 2008

Prodigios

Yo no fui un niño prodigio. Me faltó talento, me faltó de todo. Me faltaron hasta ganas de ser un niño prodigio. Ahora me apetece ser un hombre prodigio, pero no me sale. Niños, jovenes prodigio haberlos haylos. Alguien que se pone al violoncello y le saca música (con un violoncello no es tan fácil, si aún fuera un violín...). Hace falta talento, pero sobre todo creo que hace falta entusiasmo. Me da la impresión que los mayores prodigios de la humanidad están por venir. Quizás alguno esté tomando la teta ahora mismo. Será el mejor (la mejor) con el violoncello, el balón o los cálculos astronómicos. Vivirán intensamente.

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