lunes, 28 de diciembre de 2020

Cuento de Navidad

Había pensado que, dadas las fechas, podría escribir un cuento de Navidad. Le he dado unas vueltas y algo tengo, un pequeño, mínimo relato. A ver que os parece. Al personaje le llamaría J., porque me he dado cuenta de la cantidad de nombres masculinos que empiezan por jota, empezando por el mismo Jesús; o Juan, Javier, José, Julio, vamos que ahora mismo no se me ocurre ninguno con otra letra, Jorge, Jaime. El narrador es una voz omnisciente. Es la tarde de Nochebuena y J. está duchándose. Antes ha hecho algo de ejercicio, para reforzar la verosimilitud se detalla que ha estado andando en bici. Mientras se enjabona, evoca las Navidades de la infancia. Piensa que es bonito cantar en familia. Recuerda, en especial, una tarde de Nochebuena en la que cantaron en bucle “El Cristo de Palacagüina”. Es algo que ha ido a menos; bueno, hace muchos años que no cantan nada. Ahora su vida se ha ido llenando de ausencias. Qué expresión, llena de ausencias, parece un contrasentido; más exacto sería decir vacía de presencias, pero suena peor. J. no suele cantar en la ducha; pero, por el día que es, se acuerda de una canción tradicional, que al final no habla de religión sino de reunión familiar, de reencontrarse con un ser querido: ven, ven a casa muchacho (hator, hator mutil etxera). J. regula el agua caliente y entona en voz baja, dudando de si se acordará de toda la letra. Pero sí, va saliendo, con algún titubeo, verás reír al padre y a la madre contenta, y llega a la parte que da como un arreón, se aviva el ritmo, las castañas se están asando con pequeños estallidos y la canción los remeda con onomatopeyas, y al llegar precisamente a ese punto, txipli, txapla, pun, a J. le puede la emoción y empieza a llorar mientras le corre el agua por la nuca, y ya solo queda la frase final, otra vez lento, pasemos una feliz Nochebuena.

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