viernes, 25 de diciembre de 2020

Personalidad escindida

En la ficción de su última película le preguntan a Meryl Streep por el libro que está escribiendo y contesta que está intentando, otra vez, meter el arco iris en una botella. Bonita idea, meter el arco iris en un libro, en una canción, en una entrada de blog. La autora de la frase es, supongo, la guionista, Deborah Eisenberg. Aquí, como todo aquel que ha escrito algo, hablo de mí. ¿De qué otra cosa podría hablar? Soy un hombre, me da cosa decirlo, pero lo soy. No soy especial, aunque a mí me lo parezca. Tengo una conciencia individual; ojalá no la tuviera, ojalá fuera una conciencia superior, colectiva, así viviría más tiempo. Aunque al final moriría igual, ¿qué es una era geológica al lado de la eternidad? Está dicho: la eternidad es algo que siempre acaba de empezar. Si el mundo no tiene sentido y no nos podemos fiar de la lógica para entender los comportamientos humanos, entonces debe ser imposible conocerse a uno mismo. Puntualizaría al oráculo de Delfos: Intenta conocerte a ti mismo. No sé quien soy, pero sí puedo decir que ese que firma no soy yo. Ese Javier es un farsante, no es él el autor de estas líneas (aunque al final somos el mismo, aclárame ese misterio). Yo, el que teclea, no Javier, pobrecillo, quiero quedar bien, quiero aparecer brillante, original, admirable; pero al mismo tiempo que no se me considere vanidoso, egocéntrico, resabiado. Pero peco. He escrito dos series de tres adjetivos y ayer leí que los adjetivos de uno en uno. Isaac Babel decía que solo los genios pueden permitirse usar dos a la vez; y aún más, si no encuentras el adjetivo perfecto deja mejor que el sustantivo vaya solo (un sustantivo con sustancia es capaz de sostenerse solo). Y voy y los pongo de tres en tres; una andanada de adjetivos por estribor, otra por babor. Un pirata aficionado, eso es lo que soy. No él, Javier, él no tiene culpa de nada.

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