jueves, 1 de abril de 2021

El juego de la vida

(Donde se cuenta que la vida es un juego pero los muertos son de verdad). “Que la vida iba en serio, uno lo empieza a comprender más tarde”, decía Gil de Biedma. La vida va en serio, desde luego, aunque el consenso general sea obviarlo. Es como el nihilismo, está muy bien a nivel teórico, pero en el día a día es muy poco práctico. En el día a día es mejor tomarse la vida como un juego; porque si no lo es debería serlo, por no andar tan tensos. Dicho de otra forma, el juego es el cuidado paliativo para la enfermedad mortal que es la vida. Más que dicho me ha quedado algo redicho. La vida es una lotería, pero como la de Babilonia en el cuento de Borges, con premios buenos y premios malos. Un premio de consolación, una especie de pedrea, es envejecer (y el peor premio morirse). Se me ocurre una frase (así, medio enigmática): envejecer es el ruido blanco de la vida. En el mercado de valores de la existencia, la tendencia a largo plazo es a la baja; nuestra recomendación, vender cuanto antes. O sea, carpe diem; o sea, juégala de nuevo Sam. Si le quitamos el romanticismo todo lo que hacemos en la vida es pasar el tiempo. Eso nosotros, los privilegiados de los países ricos, claro. La mejor forma de pasar el tiempo es amar, dicho sea con perdón y sin romanticismo. Si vivir es pasar el tiempo y pasar el tiempo es jugar, vivir es jugar. Nuestra filosofía de la vida, tan personal, tan de cada uno, tan diferente a la de nuestros padres, también nos ha tocado en la lotería. ¿Somos responsables de nuestros pequeños éxitos y de nuestros pequeños fracasos?. Admitamos pingüino, es parte de la diversión, pero no nos lo creamos del todo. Lo más que podemos pedirle a la vida es emoción; o sea, justo lo que buscamos en un juego. La vida es como la final de la copa, valdrá la pena si se mantiene la pasión hasta el último minuto. Lo de menos será el resultado; que de todas formas, en el juego de la vida, ya conocemos de antemano. Como dijo Gil de Biedma un día de bajón: “Envejecer, morir, es el único argumento de la obra”.

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