Una ventana de buen tiempo, eso es nuestra estancia en la Tierra. O, como se ha dicho tanto, un intervalo de luz en medio de la oscuridad. Y un día, de pronto, llueve y se acaba el recreo. Qué hay después, ni idea; me parece que nada. Pero no deberíamos preocuparnos, son cosas del tiempo, del tiempo tic-tac, y de eso poco sabemos.
Si no nos preocupa dónde estábamos antes (antes de ser y estar aquí en la Tierra) por pura simetría no nos debería preocupar donde estaremos después. Es curioso, todo el mundo comprende sin problema que antes no existíamos y sin embargo se resiste a admitir que después no existiremos. Dejar de existir nos angustia, no haber existido nos es indiferente.
Lo pienso, dentro de mis muy limitadas capacidades, y lo único que veo es materia. Que haya materia es un enigma previo que no podemos explicar, como no podemos explicar que esa materia cobre vida y se organice en forma de ser humano y sea capaz de andar, reproducirse y razonar dentro de un límite. Somos materia cambiante e inestable. Antes había materia y después habrá materia y lo único que ya no habrá (ni hubo antes) es mi individualidad. Y la tuya (y lo siento, pero menos que siento lo mío).
No todo el mundo está de acuerdo, están los que creen que ellos se vienen reencarnando desde hace mucho; qué bobada, es lo que pienso. Si no hay materia no hay nada, salvo que haya algo y yo no lo vea. Eso lo comprendo, que mi materia no me dé para ver mucho. Nuestra existencia, la vida, es esto de ahora; que no es poco, que es muchísimo, que es todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario