martes, 17 de mayo de 2022

El apéndice

    He sentido un pinchazo, o una punzada, en el abdomen; en la parte derecha. Al rato he sentido otra, u otro, y ya me he alarmado un poco. La parte que digo es la del apéndice. Por qué se llamará así, apéndice, que es un término genérico para referirse a cualquier añadido, prolongación o suplemento. Algo que bien puede estar de más.
    Estar de más va en consonancia con lo que sabemos del apéndice-órgano (¿llega a órgano?). Sabemos que sobra, que puede que sobre o esa es la opinión general. Habrá quien discrepe; negacionistas del apéndice o, en positivo, vindicadores del apéndice que defienden que es muy importante, que sin apéndice se puede vivir pero peor.
    El apéndice pudo tener su función; una que no se sabe cual es y que tal vez siga teniendo, no es descabellado. O habrá quien confiese que no sabemos nada del apéndice salvo que a veces se infecta y hay que extirparlo. Así me sucedió y ahora no tengo apéndice, se supone. Nadie me enseñó el apéndice extirpado, ni ganas que tenía de verlo.
    He pensado que igual se ha reproducido, por qué no. En el cuerpo humano hay partes que se regeneran; la piel, el pelo, las uñas o el mismo hígado. Nuestro organismo casi siempre funciona en piloto automático; no hacen falta, por ejemplo, actos volitivos para hacer la digestión. Así que por qué no iba a regenerarse el apéndice y así ejercer de nuevo su función misteriosa o provocar pinchazos en el abdomen o, puestos en lo peor, volver a infectarse; caso este último que, de darse, me podría hacer pasar a la historia de la medicina como el presunto único ser humano al que se lo habrían extirpado dos veces.

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