domingo, 19 de junio de 2022

La oscuridad del espacio exterior

    El robo del siglo o, mejor dicho, el mayor robo de este periodo interglaciar en el que estamos es el perpetrado por la astrología a la astronomía. Parece mentira que una seudociencia que sostiene, por ejemplo que el planeta Venus regula el mundo del amor y los deseos (¿por qué?) le haya robado el nombre a la ciencia natural que estudia los cuerpos celestes del universo. La astrología avergüenza, la astronomía fascina.
    De vez en cuando el periódico trae alguna noticia referida al cosmos ahí fuera. Es lógico; si hay una sección local, otra regional, otra nacional y otra internacional es de justicia que haya otra universal para completar nuestra visión del mundo, que es de lo que se trata. Ahora bien, el universo es un misterio. El otro día una científica comentaba que el noventa y cinco por ciento de la materia del universo es “materia oscura”; un hipotético tipo de materia de la que se desconoce su composición, vamos que ni idea de lo que es.
    Esto me ha recordado los mapas de hace unos siglos, tampoco tantos, donde las partes un poco más lejanas aparecían con la leyenda “terra incognita” (dragones no había, desde luego). La historia se repite; ellos, terra incognita, no sabían y nosotros, materia oscura, no sabemos. La diferencia, curiosamente, es la escala. Aquella ignorancia era a escala planetaria, la nuestra se expande a todo el universo. Se puede decir, con fundamento, que nuestra ignorancia es astronómica. 

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