jueves, 16 de junio de 2022

Mi amor entero

    Mi amor entero es de la hija de Rainiero, cantaba Moncho Alpuente. Parece que fue ayer. Qué frase esta, parece que fue ayer, quién sería el primero que la dijo, un genio en mi opinión. Ahora no se le da ningún mérito pero la veo hasta poética. “Ayer” suele ser justo justo lo que recordamos, “anteayer” se deshace en una bruma tipo puré de guisantes (este símil creo que es británico, Londres y eso).
    Parece que fue ayer cuando me enamoré de Carolina. Aquel verano ella tenía diecisiete años y yo uno más, dieciocho; pero mentalidad de catorce, calculo. “Me enamoré” es una forma de hablar, “me cautivó” es quizá más apropiado. Me cautivaron, en concreto, sus fotografías en las revistas. Imágenes en bikini, especificando un poco más. Del color, amarillo tal vez, no estoy seguro; del bikini sí, seguro, segurísimo y de su belleza adolescente, de su esbeltez y su saber estar en la piscina, con casi todo el mundo pendiente de cada movimiento suyo y ella bella e impertérrita, un poco lánguida, con un esbozo de sonrisa, ajena a los paparazzi y a todo lo demás, gentil con sus acompañantes, espléndida en su papel de princesa. O de falsa princesa, porque Mónaco es un reino de juguete (aunque si lo piensas todas las princesas son falsas, y los príncipes también). Quién conquistará su corazón, decían las revistas, será un príncipe, un millonario, un buen chico o un cazadotes. Ni idea de la posible identidad del afortunado, lo único seguro era que no sería yo.

No hay comentarios: