miércoles, 14 de septiembre de 2022

Los pequeños detalles

    He visto estos días imágenes de la carroza dorada que exhiben en algunas celebraciones en Inglaterra. Me recuerda la de Cenicienta, se dan cierto aire (etéreo). He escrito dorada porque pensaba que estaría hecha de madera (muy noble, eso sí) y luego recubierta de una capa, o varias, de color oro, pero ahora me entero de que no es que esté pintada sino que es de oro.
    El responsable de mantenimiento de las cocheras reales habrá andado de cabeza queriendo saber cuanto antes qué vehículos tomarán parte en las próximas ceremonias y por si acaso seguro que ha ordenado una revisión y una limpieza a fondo de esa carroza. Un lacayo, elegido por su lealtad a la corona, estará sacando brillo a cada elemento de la exuberante decoración. No querría estar en su lugar si alguno de esos detalles, por ejemplo una hoja moldeada en oro, se quebrara en la operación. Imagínate la escena:
    —Señor
    —Sí, William
    —Lamento comunicarle, señor, que al frotar una de las hojitas de la carroza, y le aseguro que no estaba ejerciendo más presión de la necesaria, esta se ha roto.
    —Roto, qué quiere decir exactamente, William, qué significa eso de que se ha roto.
    —Roto, señor, en el sentido común de la palabra en el idioma inglés. Lo siento de veras señor, no era mi intención.
    —Se da usted cuenta, William, de la trascendencia de lo que me está diciendo. Un más que probable record mundial de audiencia en televisión y me dice que la carroza de oro está mutilada... Está usted poniendo en peligro la institución, William; haga algo inmediatamente. Avise al joyero, al orfebre, al filigranero... avíselos a todos. Muévase por dios y con la máxima discreción, William, por mucho menos han rodado cabezas.

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