lunes, 2 de enero de 2023

Intemporal libreta

    Hay títulos que, por lo que sea, se quedan en la memoria. Así me pasa con “El manuscrito encontrado en Zaragoza”. Aprecio tres razones para esa persistencia en el recuerdo. Una, haber sabido del título cuando el cerebro estaba todavía poco pisado, dicho sea comparando el cerebro con una playa. Dos, que aparezca Zaragoza entre todos los lugares (Saragosse en el original francés). Tres, por manuscrito, palabra evocadora que parece crujir como pergamino antiguo.
    Aclaro que no he leído el libro, una novela larga con mucha fantasía escrita a principios del siglo XIX por Jan Potocki, un conde polaco. Un manuscrito es ahora una reliquia del pasado y escribir a mano una especie de tradición entrañable. Lo habitual es valerse de un ordenador aunque es frecuente que autores consagrados permanezcan fieles a la máquina de escribir. Que yo sepa solo algunos autores recalcitrantes escriben a mano.
    Sin embargo, y curiosamente, me he dado cuenta de que hay un gran número de jóvenes idealistas que encuentran un placer particular en llevar siempre encima un cuaderno o una libreta e ir apuntando cosas sobre la marcha o, más relajados, en escribir poemas y relatos mientras toman una infusión. Decir un gran número es una forma de hablar. Me parece que además favorecen al lápiz frente a la tinta, por la facilidad para corregir, entiendo.
    Les he llamado idealistas y supongo que no he acertado del todo. Mi primer impulso ha sido poner románticos, pero hubiera acertado menos, creo, aunque algo tienen de ello, al igual que de soñadores, originales, ilusos, atrevidos o entrañables. O prácticos, por la contradicción plena de ironía que supone el hecho de que una libreta tenga a la larga más posibilidades de sobrevivir que los discos duros o la nube de donde a diario se volatilizan miles de páginas digitales.

No hay comentarios: