miércoles, 22 de febrero de 2023

Esa ley (y 3)

    Decir que solo sí es sí es una afirmación bien cierta y tan diáfana que ya sabemos que en la práctica las cosas no pueden ser tan sencillas. El inconveniente añadido que desfigura el problema original es que haya tanta gente que sienta la necesidad imperiosa de manifestarse al respecto y que lo hagan con el unánime convencimiento de tener razón y la tendencia a alzar la voz, tergiversar y menospreciar al discrepante. El resultado es un ruido mediático insoportable.
    Entonces, ¿tengo algo que decir? Desde luego que no, o solo eso, solo digo que no digo nada, no vaya a ser que por no decir nada alguien crea que estoy diciendo algo sin decirlo, ¿está claro? Así que no digo nada, nada que se me haya ocurrido a mí; pero sí quiero comentar algo, este es el motivo por el que me he puesto a hablar sobre lo que se supone que no tengo nada que decir. Y no tengo, insisto, no directamente. Ya.
    Lo que quiero apuntar es que he visto una película que explica muy bien, me ha parecido, el espíritu de esa ley, aunque haya sido filmada en Francia hace dos años (y no sé qué tipo de ley tienen allí). Una peli que ha pasado bastante desapercibida entre nosotros y que no sé por qué aquí se ha titulado “El acusado” cuando el título original francés, “Las cosas humanas”, era perfectamente adecuado; una peli que explica con una minuciosidad y elegancia encomiables todo esto del “solo sí es sí”; en una palabra una película educativa. Me tomo la libertad de recomendarla. El director es Yvan Attal, el título original “Les choses humaines” y está disponible en las plataformas habituales.

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