domingo, 12 de marzo de 2023

Quoting John Donne

    No es fácil seguir, en “Devociones”, los razonamientos de Donne, que escribe desde la Inglaterra de 1623, pero me he quedado con algunos pasajes que transcribo aquí para poder volver a ellos en el futuro “si surgiera la ocasión”.
    En un momento dice, de pasada, que los años de vida que se podían esperar en aquella época eran setenta, dato interesante ya que el tema nos concierne a todos, me parece. Sin embargo, en su caso, Donne, que había escrito ese comentario a los cuarenta y un años, solo vivió hasta los cuarenta y nueve.
    Una reflexión que también nos interpela, o me interpela, directamente es esta otra: la peor de las enfermedades (es) el miedo continuo de ellas, algo que entiendo también se puede aplicar a la muerte, una emergent occasion donde las haya.
    Otra frase, precursora pero en el sentido contrario de la de Tolstoi en el inicio de Anna Karenina (véase la entrada del 4 de febrero en este mismo blog) dice así: Todos los hombres llaman miseria a la miseria, pero la felicidad cambia de nombre según el gusto de cada uno.
    Aquí abro un paréntesis para incluir otra cita alusiva a lo mismo que recojo de otro libro que nada tiene que ver, la novela “Todo arde” de Juan Gómez-Jurado. Cuando menos te lo esperas, tratándose de un thriller, se puede leer: la única felicidad en esta vida es elegir la mejor infelicidad. Como se ve se alinea en espíritu con lo que escribió Edith Wharton (vuélvase a ver en el mismo sitio), cierra paréntesis.
    Por último, ya a lo grande, he descubierto (con orgullo y satisfacción, como diría el otro) que es en este libro de John Donne donde aparece la que puede ser su cita más conocida, —de la que tomó Ernest Hemingway el título de su novela—, la que empieza diciendo ningún hombre es una isla y termina con la exhortación no envíes a preguntar por quién doblan las campanas, doblan por ti.

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