sábado, 18 de marzo de 2023

Solar

    Hace un par de meses no muy lejos de aquí se quemó un edificio junto al río. Era un antiguo pabellón industrial en el que se habían habilitado media docena de viviendas. Gente humilde, ni qué decir. En la planta baja había un taller mecánico que también ejercía de concesionario. El incendio comenzó de madrugada y por suerte no hubo víctimas, todos pudieron salir antes de que el fuego arrasara con todo. En la investigación posterior se descubrió que en el sótano había una plantación de marihuana.
    No sé cuál pudo ser la causa; si un cigarro en la cama, un cortocircuito en la instalación eléctrica o, incluso, una desavenencia a cuenta de la maría; quién sabe y ya qué más da. Fuera como fuese el resultado ha sido que lo que quedó del edificio se ha derribado y el terreno, una franja más bien estrecha a la orilla del río, es ahora un solar vacío.
    Esta mañana he pasado por allí y me han venido imágenes del ajetreo de antaño; veo a un mecánico frotándose las manos con un trapo mientras le explica al cliente que es el embrague, a una vecina mayor que llega renqueante con la bolsa de la compra, al bohemio del segundo piso fumando en la ventana.
    El taller ha reabierto en un polígono cercano, los vecinos se han desperdigado y la marihuana se sigue cultivando en otros sitios, supongo. No tiene pinta de que se vuelva construir. Calculo que en el próximo plan urbanístico el terreno pasará a ser declarado zona verde.
    Así es la vida, rumio al pasar; de un día para otro todo cambia y lo que fue ya no es y además su recuerdo empieza a difuminarse. Así es el mundo, una película que se estrena cada día. En la proyección de hoy no aparecen ni la casa que se quemó ni el paseo con bancos al lado del río que tal vez será, solo se ve un solar desangelado y algún que otro despistado que pasaba por allí.

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