lunes, 17 de abril de 2023

Hace seis años

    Hace seis años que murió P. Más de seis, el treinta de enero hizo seis y ya estamos en abril. No es que importe la cifra y no ando contando los días pero es así.
    He visto la serie 1883. He leído alabanzas sobre ella, y entretenida está pero no creo que sea lo que se llama una obra maestra. ¿Qué tiene que ver con P.? Nada y todo. La narradora es Elsa, una indómita chica rubia que al final parece que muere, no queda claro del todo. Parece que muere —en la ficción en todo caso— como consecuencia de una herida de flecha que le atraviesa el hígado. P. murió de metástasis en el hígado de un cáncer, y era rubia y era indómita.
    Elsa tuvo su gran amor, un guerrero indio que le llamó “relámpago de cabello amarillo”; y P. el suyo, su piel roja de París, B., que no sé como le llamó pero pudo ser algo muy parecido, pudo ser lo mismo, relámpago de cabello amarillo. P. no era tan rubia como aparece Elsa en la serie, aunque de pequeña lo fue; un rubio brillante, casi platino, y unos ojos azules que yo pensaba, ¿de dónde ha salido esta belleza?
    En la serie Elsa pide a su padre que le dé calor mientras esperan a la muerte —de ella— sentados y apoyados en un árbol en el valle idílico, Paradise Valley, al que han llegado en su viaje hacia el oeste. En la realidad, uno de los últimos días de la vida de P. cuando a primera hora de la mañana entró la enfermera en la habitación de la clínica se encontró a P. y B. abrazados en la cama. Les dijo, supongo que no tuvo más remedio, que no estaba permitido que el acompañante se metiera en la cama con la enferma. Podía haberse callado, haber sido cómplice; la enferma era terminal y le quedaban poco tiempo de vida.
    Estos días veía la serie, donde todos iban asegurando que la muerte de Elsa era inevitable, y pensaba en P., en los días que pasó en la clínica, ya sin esperanza, y en la suerte de que tuviera su guerrero comanche que le colmase de abrazos.

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