jueves, 20 de abril de 2023

Narraciones extraordinarias

    “Narraciones extraordinarias” es un libro de cuentos de Edgar Allan Poe que teníamos en casa y es también el epígrafe que se me ocurre para esta historia que quiero contar. El caso es que en el bloque de enfrente decidieron acogerse a las ayudas públicas y restaurar la fachada. El edificio había cumplido ya los treinta y cinco años y se imponía una revisión a fondo.
    Levantaron los andamios y comenzaron las obras. Entre otras cosas había que vaciar las jardineras de los balcones para localizar y reparar grietas o lo que procediera. Una de las terrazas del segundo piso, lo comentábamos siempre, llevaba años cubierta completamente por la vegetación, con enredaderas que trepaban por la fachada y arbustos que habían adquirido el rango de árboles; una jungla espesa que ocultaba las ventanas y la puerta de acceso al interior. Los residentes eran una pareja de ancianos que, deducíamos, no tenía ya el vigor necesario para poner freno a la exuberancia vegetal.
    Los obreros, a regañadientes ya que consideraban que no era su trabajo, tuvieron que aplicarse a fondo en la tarea de desbrozar aquella selva. La labor resultó más ardua de lo esperado y hubo que traer una motosierra para talar las ramas y troncos más gruesos. A última hora de la tarde, cuando un operario despejaba a machete las últimas frondas, sucedió lo inesperado. Al hombre, atónito, le pareció que el cansancio del día y la luz declinante le estaban jugando una mala pasada. En el fondo de aquella masa forestal apareció un elefante. Un elefante adulto que balanceaba la trompa a izquierda y derecha.
    El susto y la alarma fueron mayúsculos. Avisaron a los bomberos que acudieron raudos a rescatar al paquidermo con una gran grúa. Los días posteriores circularon especulaciones y rumores de todo tipo. La explicación, real o imaginaria, que fue cobrando fuerza argumentaba que hacía unos treinta años un circo había acampado en las cercanías y se había denunciado el robo de una cría de elefante. La pareja de ancianos lo negó todo y nada se pudo demostrar. Algunos vecinos comentaban que durante años habían oído ciertos bramidos las noches de luna llena —qué tendría que ver la luna—. En cuanto al elefante una protectora de animales se hizo cargo y, por lo que dicen, ahora vive feliz en Kenia, en una reserva natural.

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