miércoles, 5 de abril de 2023

Los cuerpos de las nadadoras

    Estoy en la playa y me viene a la cabeza el título de un libro, “Los cuerpos de las nadadoras”. La verdad es que no estoy en la playa, lo que hago es ponerme en situación para comentar sobre los cuerpos en la playa y sobre los cuerpos en general. Sobre su visión estereotipada en esta sociedad, sobre la mentira de los cuerpos perfectos.
    Los de las nadadoras sin ser perfectos no andan lejos. Me refiero a las nadadoras que compiten, las que hacen molinetes con los brazos para calentar antes de lanzarse al agua desde los podiums de salida. Esos cuerpos esbeltos y un tanto andróginos, anchos de hombros, de brazos y piernas musculados, con sus sobrios trajes y gorros deportivos que les hacen parecer calvas y les dan un aire de alienígenas, de seres de una civilización superior que intentan sin éxito pasar desapercibidos entre nosotros.
    Las nadadoras de alguna forma no son reales, como no lo son los cuerpos de las pasarelas, de las películas o de las mujeres del tiempo. Ni los que aparecen, retocados, en las revistas o en las redes sociales. Bombardeados durante tanto tiempo con esas imágenes de cuerpos pseudoperfectos, cuando vamos a la playa nos damos de bruces con la realidad, y en lugar de reconocerla con normalidad lo que vemos por contraste son cuerpos en diversos grados de decadencia entre los cuales hay, sí, es cierto, algunos exultantes, ligeros, tersos y juveniles, pero donde la mayoría, se nos aparecen como versiones desinfladas, caducas, pesadas, decrépitas, con alguna arruga bella y otras muchas de las normales.
    Hay un argumento que he visto repetido en la ciencia ficción que anticipa estos oscuros derroteros por los que nos estamos adentrando. Suele tratarse de una expedición terrícola que llega a un planeta habitado por humanoides alopécicos altos y bellos. Tras las sucesivas peripecias al final resulta que todo era apariencia, una cortina de humo detrás de la cual se ocultaban los auténticos habitantes, una raza escuchimizada, de cuerpos contrahechos cargados de años y ya estériles, sin futuro. Si no despertamos del hechizo ese es el mundo que nos espera.

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