viernes, 28 de julio de 2023

Diamond

    Siempre había creído que Neil Diamond era un nombre artístico, no el auténtico del cantante; pero resulta que sí, o casi: es el apellido que adoptó su familia cuando llegó a los Estados Unidos (ignoro cuál pudo ser el original, seguramente algo que sonaría parecido). Lo mismo hizo el otro Diamond que conozco; Izzy Diamond, el lugarteniente de Billy Wilder en tantos guiones y cuyo apellido real era Domnici.
    A Neil Diamond lo admiro en especial por ser el autor de “I’m a Believer”, el gran éxito de los Monkees. Me he acordado de él por esto que decía DFW: el objetivo de la lectura es combatir la soledad. Hay que estar de acuerdo con la idea, los libros acompañan, desde luego, pero uno diría que es un efecto colateral, no el principal objetivo. El principal objetivo de la lectura es enterarse de cómo ven la vida los demás; o no los demás en general (que vaya desastre) sino algunas personas cualificadas.
    DFW vale por David Foster Wallace. No lo he escrito entero antes porque la contundencia del nombre se hubiera comido la cita que va a continuación, hubiera mermado su (posible) impacto. Lo que se deduce de la cita es que fue el propio DFW —un genio atormentado— quien tuvo un problema con la soledad. Como mucha gente, por otra parte. No es lo mismo sentirse solo que ser solitario (ahí andamos muchos, entremedio).
    El primer éxito de Neil Diamond como intérprete fue “Solitary Man”. A raíz del dicho de DFW (la de letras que me estoy ahorrando con las iniciales) he vuelto a escuchar la canción y he buscado la letra. Me ha hecho gracia que se proclame solitario cuando comenta los idilios con Melinda y con Sue. Serás solitario, Neil, pero como ligas. Otra cosa que me ha sorprendido es lo eficaz que es el texto (en su sencillez) con sus rimas rápidas.

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