viernes, 7 de julio de 2023

Sin prisa y con pausa

    Le han preguntado a un diputado jubilado a qué se va a dedicar ahora y me ha gustado la contestación: se va a dedicar a leer lento. Me ha venido bien recordarlo, porque saber ya lo sabíamos, hay que leer con pausa igual que comer o beber, igual que casi todo. La tendencia es la contraria y reconozco que sin ser el más veloz en nada he sido proclive a hacerlo todo rápido y las personas lentas me han puesto siempre de los nervios (mis disculpas retrospectivas).
    Tarde o temprano acabamos tomando conciencia de que la velocidad no conduce a ninguna parte, que de hecho es contraproducente. Sabiduría popular: vísteme despacio que tengo prisa o no por mucho madrugar amanece más temprano (y este otro que viene al caso: hombre refranero, majadero). En general las horas del día son limitadas y cuanto más te aceleras más rápido pasan y a la vez menos disfrutas de las cosas. A ser posible hay que tomárselo con calma (take it easy, bro).
    En lo que se refiere en concreto a la lectura sucede lo mismo. Hay que saborear cada frase, dar tiempo al cerebro a que asimile su significado y consultar el diccionario si hace falta (y si el libro resulta soso abandonarlo). Además hay otra circunstancia significativa: leas mucho o poco nunca el número de libros leídos dejará de ser una ínfima y despreciable parte del total de las obras llamadas imprescindibles. Así que, por mi parte, me propongo leer lento, como si tuviera todo el tiempo del mundo porque sé que no lo tengo y también sé que, curiosamente, leer lento es lo más parecido a tenerlo.

No hay comentarios: