miércoles, 11 de octubre de 2023

Sueño prolijo

    Escribí una vez que no era partidario de contar sueños, así que voy a tener que dar una razón para justificarme. Esta es la razón: cuando desperté, el sueño estaba allí.
    Estamos en México, mi tía va a celebrar misa en una pequeña capilla. Estoy pegado al altar en una especie de silla doble que procuro arrimar a un lado para no estorbar la ceremonia. Me fijo que a un lado del altar hay un pequeño extintor de incendios y otro objeto pequeño que no acabo de comprender qué es. Pienso en lo que son las normas de seguridad para poner ese extintor al alcance del celebrante, en este caso mi tía, por si acaso.
    Empieza la ceremonia y ha cambiado algo el escenario, ya no estamos tan apretados. Tengo una chica a mi izquierda y ahora alguien lleva una tarta con una vela encendida a una mujer que está detrás de mí. Es su cumpleaños y por lo que sea aquí debe de ser la costumbre incluirlo en el acto religioso.
    La chica de mi izquierda la tengo de pronto delante y de perfil. Vuelve la cabeza hacia mi con las guedejas de su pelo negro enmarcándole los ojos y con viveza me dice que no hay nada como la sensación de cabalgar a lomos de un caballo. Lo acepto y le sonrío pensando para mí que la única vez que he montado en un caballo pasé bastante miedo. Pienso que al final de la misa, o lo que sea, nos comeremos la tarta; sí, me apetece. Pero no, termina la cosa y la congregación se disuelve.
    Me acuerdo de que mi madre y otros familiares han asistido a la misa y comienzo a buscarlos. No están por ningún lado. Hay bastante gente, todos de rasgos mexicanos. Al final veo al fondo a P, mi hija. Le pregunto por los demás. Me contesta que han bajado al restaurante Ópera (sic). Hemos hablado en euskera y me dice que ahora lo vamos a repetir en castellano como cortesía con los anfitriones. Así lo hacemos, aunque me asombra un poco el detalle, Cuando nos vamos me parece mal no despedirme y acabo diciendo en alto, dirigiéndome a todos en general, que ha sido un placer y que agradecemos de veras la buena acogida.

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