lunes, 8 de abril de 2024

Derechos

    El derecho a la desdicha debe de ser el único que tenemos garantizado en la vida. Bueno, si lo pienso me parece que derecho, derecho, no tenemos derecho a nada. En el mundo prosaico de las cosas prácticas cuando oigo que la gente tiene derecho a esto y a lo otro, y claro que me parece bien, derecho a comer todos los días, a tener un sitio donde vivir, a la educación y a la sanidad, a trabajar y a divertirse, a respirar aire limpio, ¡al amor!; cuando oigo que los ciudadanos tenemos derecho a lo que sea siempre respondo, o me respondo a mí mismo, que tenemos ese derecho, desde luego, pero eso, tener derecho, no garantiza nada, no deja de ser una declaración de intenciones, la formulación de una utopía que es por definición y por supuesto inalcanzable; su cumplimiento ni se ha dado históricamente ni se dará nunca en este planeta, lo que convierte a todos esos derechos en platónicos, esto es, imaginarios.
    No le acabo de ver sentido a ese tener derecho a esto y a lo otro. Me parece, más bien, que deberíamos girar 180 grados nuestro punto de vista, dar media vuelta a la circunferencia y mirarlo desde exactamente el lado opuesto para comprender y asumir que es nuestro deber hacer lo posible para que la sociedad se acerque paso a paso con toda la terquedad del mundo a esa utopía. Se acerque, porque eso es lo único que puede suceder, que nos acerquemos en plan asíntota, esto es que nos acerquemos indefinidamente sin llegar nunca a tocar el cielo con los dedos. Dejemos los derechos para que la ONU haga sus declaraciones y concentrémonos en los deberes, a sabiendas de que, por desgracia, se trata, parafraseando a Michael Ende, de una historia interminable.

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