viernes, 5 de abril de 2024

Reparos

    Los tiempos actuales son tan buenos o tan malos como cualesquier otros (me la he jugado con “cualesquier”, espero haber acertado). Hace cincuenta años durante la Semana Santa no se podía hacer nada, salvo rezar. Ahora la gente hace... lo que buenamente puede.
    Esos días no había cine, excepto en la tele, donde daban Barrabás (también la dieron el otro día pero en plan nostálgico, supongo). El resto del año, antes de ir al cine había que mirar la calificación en el periódico. No en cuanto a la calidad cinematográfica sino desde el punto de vista del integrismo religioso; el católico romano, no el musulmán islamista (que entonces nos pillaba muy lejos). Ahora también hay un sistema de calificación por edades, pero es orientativo; aquel antiguo se hacía respetar a rajatabla, o casi. Lo cuento según lo recuerdo.
    La cosa iba por números. El 1 quería decir que la película era apta para todos los públicos, así se decía. El 2 subía un poco el listón, excluía a los más pequeños. Hubo una película de Marisol, Marisol rumbo a Río —que no llegué a ver— de la que oí el rumor de que los niños no la podían (podíamos) ver porque había una escena en la que a Marisol, al pasar de una ventana a otra, se le veían las bragas. Fake news, supongo. Luego venía el 3, para mayores de 18, una edad que se me antojaba lejanísima. Ya metiéndonos en terrenos escabrosos estaba el 3R, para mayores con reparos; como avisando si vas, tú mismo. Por último estaban las películas calificadas con un 4. Estas ya estaban prohibidas para todo el mundo. Se me ocurre que el censor, si tenía la mala suerte de toparse con una de estas, se quedaba ciego y el Estado, comprensivo, le concedía una plaza en la ONCE para la venta del cupón.

No hay comentarios: