sábado, 14 de septiembre de 2024

Formas de levantarse

    No sé de cuantas formas distintas puede uno levantarse de la cama. De una sola, sería la respuesta de la persona cabal; uno se levanta y ya está. Vale, sí, de acuerdo, pero siempre hay matices. Si hay que ir a trabajar o hacer algo a hora fija te levantas cuando suena el despertador; o un poco antes, por ese curioso mecanismo interno que tenemos que nos hace despertarnos justo en ese momento. Así nos hemos levantado siempre los cumplidores.
    Si no hay una obligación concreta la cosa cambia. Lo primero que hay que hacer es despertarse, salvo casos de sonambulismo y que yo sepa nunca me ha pasado. Así que te despiertas; pero no de golpe, sino poco a poco. Te das cuenta de que te estás despertando pero a la vez sigues dentro de un sueño. En esos momentos, sucede a menudo que no sabes donde estás ni en el espacio ni en el tiempo. Confundes la habitación con otras en las que has dormido y dudas del día y de la hora. Con un esfuerzo mental considerable, vas saliendo del sueño y te sitúas en la siempre cruda realidad. Llegados a este punto, cuando ya eres dueño de todo el sentido común, poco o mucho, del que dispongas, lo habitual es repasar las perspectivas del día y hacer memoria por si tienes algo pendiente. Luego vas y te levantas.
    Pero quería comentar algo que me pasa de vez en cuando. Me pasa a mí y por fuerza le tiene que pasar a otros; puede que a ti también. Es cuando estoy ya despierto del todo, consciente, sabiendo quién soy y donde estoy (dentro de lo que cabe), tumbado boca arriba o de lado, y pienso, bueno, me puedo quedar un rato así, relajado, pensando en cosas agradables, y así lo hago y me voy poco a poco perdiendo en pensamientos erráticos. Y de pronto, como si mi cuerpo tuviera conectado un piloto automático, aparto la sábana y la colcha, me incorporo y me encuentro sentado al borde de la cama tanteando con los pies en busca de las zapatillas. Cada vez que pasa me pregunto cómo me he podido levantar sin que mi cerebro haya dado la orden, por así decirlo. Supongo que es el subconsciente, que decide que ya está bien de pensar en las musarañas.

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