miércoles, 3 de septiembre de 2025

Teoría del calcetín

    La forma más natural de quitarse un calcetín es dándole la vuelta en el proceso. Debe de ser por eso que me paso la vida poniéndolos del derecho. Son apenas un par de segundos, pero muchos pocos hacen un mucho y la vida es tan corta. El caso es que esa condición del calcetín de tener dos formas de estar en el mundo me ha hecho pensar que a casi todo en la vida se le puede dar la vuelta.
    Me he encontrado con esta frase que escribió el poeta Ángel Guinda —y que tal vez tenga también algo que ver con el filósofo Ernst Bloch y su “Principio de la esperanza”—: No espero la resurrección de los muertos, espero la insurrección de los vivos. ¡Le ha dado la vuelta al calcetín!
    Esta jugada se puede intentar con casi todo, sea una idea, principio, creencia, refrán, etcétera. No siempre el revés es lo contrario; a veces mejora el original. Es lo que pasa con el calcetín de los derechos humanos. Si le damos la vuelta vemos, por el otro lado, los deberes; esos sí que son importantes.
    Me acuerdo ahora de otra vuelta clásica de calcetín, aquella de JFK: no preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país. Si no está cogido el nombre; propongo, para este fenómeno, el de “Teoría del calcetín”.

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