martes, 23 de octubre de 2007

Duermo, luego abdico

The Big Sleep, la gran dormida. O el sueño eterno, en poético. Esta novela y película del género negro tenía una trama tan complicada que al autor, Raymond Chandler, se le pasó explicar uno de los asesinatos. Yo recuerdo la escena en la que Humphrey Bogart charla con la dependienta de la librería, Dorothy Malone, y hay un pequeño coqueteo y Dorothy (una preciosidad de veinte años entonces) se quita las gafas y se suelta el pelo. Suspiro. Pero lo que quería comentar era lo del sueño. El sueño de dormir. Este cuerpo que arrastramos o que nos lleva a nosotros o que somos nosotros, necesita dormir. Atender a las necesidades del cuerpo nos proporciona placer, y dormir es también un placer. Es olvidarnos de todo, renunciar a la consciencia, abdicar en el heredero (quien quiera que sea), poner el piloto automático y solo respirar. Dejar vagar la mente. Buscar la postura y el calor exactos y hundirse en el sueño, músculos relajados, párpados cerrados, vida suspendida. No quiero acordarme ahora de la fase REM, Rapid Eye Movement... ¿De verdad los ojos se mueven?. Suena horrible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues sí, los ojos se mueven haciendo chiribitas como si el espíritu de Marujita Diaz te hubiera posiedo, (eso sí suena horrible, jeje..)Y ya lo decian, que dormir era morir un poco... o ¿era partir? .. no se creo que necesito un sueño reparador, me lo salto por otros placeres y me olvido que este es uno de mis preferidos, dormir, soñar....huir.
Besos!