lunes, 19 de noviembre de 2007

La huella

La huella que puedo dejar en la tierra. Una quimera. Puede que sea como cuando echan el cemento fresco y tras allanarlo cuidadosamente lo señalizan con una cuerda o unas cintas para que nadie lo pise y al día siguiente ya bien seco se comprueba que alguien, quizás por la noche, ha pasado y dejado unas huellas perfectas de dos pies que señalan el camino de un vértice a otro de la superficie recién cementada. Y esas huellas durarán años aunque nadie sabrá quién las dejó. Si por el contrario, esa persona se da cuenta de que el cemento está aún blando y decide no pisarlo y dar un pequeño rodeo, no dejará ninguna huella. Nadie sabrá que pasó por allí.

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