jueves, 13 de mayo de 2021

La razón última (2)

    (Continuación)
    Solo puedo decir que he leído (de verdad) cuando tras el proceso “mecánico” de la lectura además lo entiendo, lo asimilo y lo recuerdo (lo recuerdo más o menos, seamos razonables). Se me ocurre un acrónimo: LEER, esto es Leer, Entender, Elaborar y Recordar. Una cosa es leer, y otra LEER (esto no me lo tengáis en cuenta).
    Un inciso: por otra parte, tengo la sospecha de que nunca nadie ha entendido del todo lo que quiso decir un autor (empezando por el propio autor). Montaigne decía que confiaba en que el lector descubriera en sus peroratas (con cariño lo digo, Michel) significados más inteligentes que los que él mismo pretendía plasmar.
    Tercer punto; en materia de lecturas no es posible la comparación. Pongamos que alguien ha leído en un año cien libros (o sea, muchos), y tiene un amigo que ese mismo año ha leído un solo libro. Es muy probable, es casi seguro, que el primero, el de los cien libros, no haya leído ese único libro del amigo. Sería una especie de paradoja que este último le dijera al primero, que debería leer ese libro, que es muy bueno, que no se lo pierda. Pues podría decirlo, y el otro tendría que admitir la sugerencia con deportividad (y agradecerla si es acertada).
    No creo que nadie pueda ufanarse de leer mucho. Ese “mucho” siempre es poquísimo al lado de lo que queda por leer. Por la misma razón soy reticente a recomendar un libro. Mis gustos no son mejores que los de nadie (ni peores). Lo único que puedo decir es si me ha gustado e intentar explicar por qué (esto es lo difícil). Así que leer he leído poco, y leer, leer (o sea leer, entender, elaborar y recordar) menos todavía. Dicho esto, perseveraré, se me da bien y algo siempre queda.

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