lunes, 18 de octubre de 2021

Abejas

    No es lo mismo “la misteriosa vida” que “la vida misteriosa” (de las abejas). En el primer caso se resalta “misteriosa”, pero cuidado, no hay que abusar de esa preponderancia del adjetivo, lo normal es “perro verde”, no “verde perro”. Uhmm, igual no he acertado con el ejemplo; cámbialo a blanco, el perro.
    La abeja es uno de mis insectos preferidos (otros, el grillo, el escarabajo, la hormiga). Maeterlinck, Premio Nobel de Literatura, escribió hace un siglo un libro titulado “La vida de las abejas”. Dice al principio que no es un estudio científico, que ya se han escrito otros muy buenos. Pues entonces de qué habla Maeterlinck en su libro. Sospecho que en el fondo hablará del ser humano, de todos nosotros; de lo que hablan todos los libros. M. tenía una experiencia de veinte años cuidando colmenas, algo sabía.
    Por mi parte lanzo una teoría: todas las abejas son del Club Atlético Peñarol, o por lo menos llevan su camiseta. Lo que quiero decir es que no sé nada de abejas. Me gustan pero les tengo un respeto. La abeja no pica si no se siente amenazada, pero por si acaso. Me da pena no haber experimentado la sensación cosquilleante, cálida, amorosa, de un enjambre de abejas cubriéndome de pies a cabeza. ¿A alguien se le habrá ocurrido hacer lo mismo con avispas? Igual resultaba bien; o mal, quién sabe. En mi imaginario particular la abeja y la avispa forman una dualidad, son el bien y el mal. A una abeja la veo regordeta, bonachona, trabajadora infatigable; a una avispa, afilada, pérfida, aviesa. Seguro que soy injusto.
    La abeja, como especie, merece el Nobel de Economía por su impecable ejemplo de proyecto ecológico y sostenible. Y el Pritzker de Arquitectura por su modelo de construcción, las celdillas hexagonales. A poco que lo pienses, lo de las abejas es portentoso: las obreras libando, la miel, la reina, los zánganos sin aguijón (qué bien pensado, que tome nota la Asociación del Rifle). Si no fuera porque haberlas haylas a mí me cuentan lo de las abejas y no me lo creo.

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