miércoles, 27 de octubre de 2021

Tablilla encontrada en el desierto

    Mi nombre es Terhep. Nací en una casa de la muralla en la Ciudad de los Dos Ríos; desde entonces he visto desbordarse sus cauces veinte veces, veinte veces sembrar los campos, veinte veces llegar el invierno. Mi padre es Meni, el constructor. Lo acompaño desde niño. Con diez años entendía las tablillas y con doce comencé a escribirlas.
    Ya es de noche, no puedo dormir y siento el impulso de contar esto, de dejar memoria de que existo. Dentro de mil años alguien encontrará esta tablilla y sabrá que soy Terhep, hijo de Meni, y que he grabado estos signos de noche a la luz de una lámpara de aceite en la Ciudad de los Dos Ríos, donde las leyes ordenan la vida.
    Esto es lo que ha pasado: mi padre, Meni, ha edificado una gran casa para Ubara, el comerciante. Por la tormenta, el viento, la arena o un mal cálculo el tejado de la nueva casa ha caído sobre Samek, el primogénito de Ubara, y lo ha matado. Ubara pide justicia. En otras partes las leyes son dudosas y la iniquidad es lo común. No aquí, en la Ciudad de los Dos Ríos.
    Soy Terhep, hijo de Meni, escritor de tablillas y aprendiz de constructor. La noche es cálida y está cerca el tiempo de la cosecha. Mañana, el destino de los dioses y la justicia de los hombres serán una misma cosa; cuando Utu, el sol, surja tras las montañas seré ejecutado.

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