lunes, 28 de marzo de 2022

Kafka y la guerra

    Kafka nuestro que estás en los cielos de la literatura. Al frío de los misiles recordamos la anotación del diario de Franz Kafka del 2 de agosto de 1914: “Se ha declarado la guerra. Por la tarde fui a nadar”. Pero no, esta es una adaptación literaria; lo que escribió exactamente fue: “Alemania ha declarado la Guerra a Rusia. Por la tarde escuela de natación”. La entrada en el diario es una constatación de que el mundo no se para nunca, ni por una guerra; y también es, me parece, un acierto literario fortuito. Así, de modo casual, se escriben muchas veces la literatura y la misma historia.
    Hay una circunstancia a tener en cuenta: la que mucho más tarde se llamó Primera Guerra Mundial no empezó el 2 de agosto sino cinco días antes, el 28 de julio, cuando Austria atacó a Serbia. El escritor solo confirmaba que la guerra iba en serio. Kafka, de 31 años, no fue reclutado porque en su momento había quedado exento del servicio militar. Pasado un año, en 1915 fue convocado a un nuevo examen y esta vez declarado apto. Él quería alistarse pero sus superiores lo reclamaron como indispensable en el Instituto de Seguros del Reino de Bohemia, donde era funcionario. Lo cuenta Reiner Stach en su biografía.
    ¿Por qué querría Kafka ir a la guerra? Es de suponer que por lo de siempre, por la patria austro-húngara, porque iban todos o porque quería escapar de su vida cotidiana. La guerra aparece en sus diarios solo de pasada. Un cuarto de siglo más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, Cesare Pavese tampoco hablaría de ella en los suyos.

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