sábado, 19 de marzo de 2022

Una fotografía

    Hay una canción italiana de hace mucho que me hace sonreír por esta frase del comienzo: “Tu eri la piu brava en geografía”. La traducción es “tú eras la mejor en geografía”, que ya de por sí tiene gracia, pero dicho en italiano le da otro chispa que me hace imaginar una chica señalando en un mapa las cumbres más altas de América con gesto decidido y ojos brillantes, “piu brava” en dos palabras.
    Esto viene o no viene a cuento porque me estaba acordando de la foto que nos sacaban en la escuela, la entonces llamada escuela nacional. Una foto de cada alumno en color, tamaño postal; en la mía aparezco infantil y formal con flequillo, gafas y jersey cerrado sobre el que asoman los cuellos de un niqui. Estoy sentado tras una mesa de despacho mirando a cámara con un libro abierto en las manos y una bola del mundo al lado, detrás sobre la pared del fondo hay un mapa de España.
    Es una foto mentirosa porque aunque el niño es de verdad lo demás es un decorado, una puesta en escena. Se diría, por el atrezo, que la principal materia que dábamos era precisamente geografía. Me gustaba la asignatura y siempre he sentido debilidad por las bolas del mundo. Representan la Tierra tal y como es en tres dimensiones y además nos dan cierta sensación de poder. Tal vez sean nuestra única oportunidad de tener el mundo en las manos. Así, como si fuéramos semidioses, podemos hacer girar la bola y, con los ojos cerrados, imaginar en qué lugar legendario se posará el dedo al detenerla: Machu Picchu, Persépolis, quien sabe si Shangri-La.

No hay comentarios: