lunes, 15 de agosto de 2022

Señales

    Primero fue la pandemia, luego la guerra y ahora la sequía y los incendios; esto empieza a parecerse al libro del Apocalipsis. O tal vez solo se trate del cambio climático, que puede que sea peor porque de momento nadie ha separado a los justos de los pecadores y todos nos achicharramos más o menos por igual. El calor agobia y el calor absoluto agobia absolutamente.
    Atribuyo a esta hecatombe progresiva que se está cociendo dos hechos inquietantes. El primero es el número de esquelas del periódico. Las esquelas constituyen un pequeño tratado sociológico que aporta mucha información sobre como somos. Además de lo básico, dar noticia de quién se ha muerto, incluyen otros datos sobre sentimientos, relaciones familiares, costumbres o curiosidades (el otro día venían dos Gervasios en esquelas colindantes). Leo con gusto las esquelas, lo declaro sin tapujos. Reconforta saber que no vas a encontrar la tuya (si la encuentras, tranquilo, ha habido algún error, la has leído y los muertos no leen luego no estás muerto). Bueno pues estas últimas semanas el número de esquelas es mayor de lo habitual, puede que el doble, está muriendo más gente. No me digas que no es un muy buen motivo para preocuparse.
    La otra señal, el otro hecho incontestable, por lo menos en mi experiencia, es que de un tiempo a esta parte casi no hay moscas. Las moscas han caído como moscas, confirmando el dicho. Por el calor, supongo, no lo sé. Personalmente las moscas siempre me han resultado molestas, más las que zumban pero todas en general, y ahora veo muy pocas y esas pocas además dan la impresión de estar aturdidas, tocadas del ala. Olas de calor, esquelas, menos moscas, a este paso no va a hacer falta ni que haya una triste conspiración.

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