viernes, 12 de agosto de 2022

Tantas opiniones

    Hablar por hablar, ¿no es más elegante el silencio? No podemos estar callados y opinamos, es superior a nuestras fuerzas. Uso la primera persona del plural no por modestia sino por convicción de pertenecer al rebaño. Por cierto he leído que las ovejas, en contra de la creencia extendida de que no hay animal más estúpido, son en realidad muy inteligentes (define muy) y capaces, por ejemplo, de crear lazos de amistad entre sí. Igual es que se hacen las tontas, será un mecanismo de defensa.
    Opinar por no callar, decía. Lo mismo se puede aplicar a escribir en un blog, en este por ejemplo. Habría que aclarar, homenaje a Groucho, que estas son mis opiniones pero si no te gustan tengo otras. Vamos, que este blog no está tallado en piedra y uno solo aspira a equivocarse con naturalidad.
    Estar cargado de opiniones es una forma de sobrepeso. Opinar, lo justo; es una opinión. A veces se acierta pero suele ser por casualidad. Opinar es meterse en tinglados que casi siempre resulta que no conocemos, o no conocemos lo suficiente; es la forma más rápida de dejar al descubierto nuestra ignorancia; es quedar retratados con la boca abierta o los ojos cerrados o ambas cosas. A pesar de todo opinamos de modo inopinado (con perdón); opinamos con reincidencia, alevosía, nocturnidad (según horario) y, todo hay que decirlo, con menos premeditación de lo aconsejable. Porque en este caso la premeditación no es una agravante, al revés, ejercerla sería muy conveniente (alternativa, contar hasta diez). Alguna vez en la vida todos deberíamos pedir perdón por opinar tanto.

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