sábado, 20 de mayo de 2023

La lluvia, siempre

    Hay que volver siempre a la lluvia aunque no haya nada nuevo que decir. Abril fue bastante seco y ahora en mayo por fin llueve. Es un alivio porque es justo lo que le prescribiría un médico de planetas a la Tierra para bajarle la fiebre. La lluvia es el riego automático de la naturaleza. Me alegro de que llueva como si con la sequía se me hubiera empezado a agrietar a mí mismo el ser de la misma forma en la que se resquebraja el fondo del pantano.
    El rumor de la lluvia, son palabras que agradan al oído. Rumor suena a lo que significa y lluvia es algo suave que se desliza. Más aún en Argentina, shuvia. Llueve estos días y tú a tus cosas y te olvidas de que llueve hasta que una racha de viento provoca un redoble de gotas en la ventana. Como dijo Mary Oliver, poeta, no hay invento humano que haya superado a la lluvia (esta es una cita que no puedo dejar de repetir).
    Hay lluvias para todos los gustos y cada una tiene su encanto y más en primavera. La lluvia fina microscópica que al final se condensa en gotas que resbalan por la mejilla. La lluvia mansa que parece que no moja pero acaba empapando, y por eso le llaman calabobos. El chaparrón, corto por definición, que te invita a refugiarte en alguna esquina a esperar que pase. La lluvia persistente, no para de llover, que te recuerda que aquí basta que llueva dos días para que algún río se desborde y tampoco es eso.
    Bendita lluvia que da de beber a la tierra, lo pone todo verde y me va a limpiar el coche que tengo aparcado en la calle. Ahora, para decirlo todo, luego asoma el sol y me digo, esta luz, esta luz es otra cosa, esta luz juega en la Champions.

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