viernes, 5 de mayo de 2023

Soponcio

    Soponcio, una palabra que se usa poco, supongo. Últimamente todo lo supongo, no hay nada que sepa seguro. Supongo y soponcio parecen parientes. Doble aliteración. Según Borges la aliteración es una forma de rima muy cultivada por los ingleses. De vez en cuando me vienen a la cabeza palabras o expresiones antiguas —vamos a llamarlas así— como soponcio. Otro ejemplo “limpiar el forro”, por “matar”; ¿se sigue diciendo? Soponcio no es una palabra bonita, es más bien cómica y se me ocurrió mientras estaba escribiendo mis memorias.
    Me explico, no las estaba escribiendo literalmente, estaba imaginando que las escribía, despierto de noche, tumbado de espaldas, bocarriba en la cama; imaginaba que escribía cosas que, quién sabe por qué, se han ido quedando ahí en la memoria. También me decía: si no las escribo de verdad, en papel, todos estos recuerdos se irán por el sumidero de la Historia, y veía el flujo de recuerdos girando como el agua que se va por el desagüe del lavabo.
    Estaba pensando que las dos ideologías que durante el siglo veinte estuvieron de alguna manera enfrentadas en realidad eran la misma. Bueno, ideologías, no es tan complicado. Me refiero al cristianismo y al comunismo. La ideología cristiana diría: Hay un Dios, todos somos hermanos y debemos ayudarnos. La comunista en cambio, ja, diría: No hay ningún Dios, todos somos iguales y debemos ayudarnos. La teoría es muy bonita, en su sencillez, y cualquiera se apunta ilusionado. Una sociedad ideal cristiana o comunista sería una maravilla pero luego en la práctica no cuaja.
    Así, escribiendo mis memorias, en la cama, de espaldas, bocarriba, recordaba como, de pequeño, si veíamos por la calle algún hombre con barba la reacción inmediata era decir: Fidel Castro. Entonces era muy raro ver a nadie con barba. Decíamos Fidel Castro sabiendo que no era, que no podía ser, qué haría Fidel tan lejos de Cuba. Pero decíamos igual, mira Fidel Castro y nos daba un poco de miedo, la verdad, con aquella barba. Castro vivió muchos años y luego me di cuenta de que su barba, tan famosa, era una barba rala, de cuatro pelos, una barba que yo mismo podría superar, y que de hecho superé durante las temporadas que, más que nada por no afeitarme, llevé barba.
    Castro llegó a una edad avanzada, cosa que no sucedió con Lenin. Este, que se llamaba Uliánov en realidad, murió a los 53 años. Fue pensando que es una edad más o menos temprana para morir cuando me vino a la cabeza esa palabra, soponcio.

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