lunes, 29 de mayo de 2023

Cartero

    Estoy pendiente del cartero. Espero a que me traiga un certificado. No estoy a gusto en esta situación de espera, tiendo a angustiarme. Eso dirá algo sobre mí, algo que imagino más bien negativo pero con alguna connotación positiva. Para saberlo con certeza habría que preguntarle a un psicólogo.
    Teníamos un cartero de voz aguda que cuando preguntabas por el telefonillo contestaba con una especie de gallo alargando la o final, carterooo. Intentaría una imitación pero no me sale bien. Otra temporada anduvo una mujer muy simpática que contestaba con tono musical y me daba las cartas en mano si me veía por la calle. Ahora con el trabajo temporal y las subcontratas no sé quién será la persona que me traiga esos papeles que espero.
    El cartero siempre llamaba dos veces en la literatura y en el cine, no es así en mi barrio. A veces sí, un timbrazo largo y tras un breve intervalo otro algo más corto, impaciente, como diciendo: no tengo tiempo que perder, si no contestas ya me largo. Con más frecuencia, me parece, lo que hace el cartero tras el primer timbrazo en lugar de llamar dos veces es pulsar todos los timbres de la escalera, lo que en mi opinión es contraproducente ya que la reacción del vecino corriente es pensar que si llama a todos los timbres es que no le está llamando a él en particular y por tanto no se va a mover de donde quiera que esté, sea en el sofá viendo la tele, sea en la cocina trajinando o, lo que suele ser más problemático, se encuentre en tareas de índole privada en el escusado. Ah, llamas a todos, pues alguien te abrirá, no yo; para que te abra yo necesito un trato personalizado, necesito un primer timbrazo para mi solo y otro de refuerzo como mínimo. Y si la cosa es importante, una carta certificada o un paquete, qué menos que un tercer timbrazo que ya despeje todas las dudas.

No hay comentarios: