domingo, 25 de junio de 2023

Del uso de la vida

    Hay dos tipos de personas, las que tienen tiempo para todo y las que no tienen tiempo para nada. Leí el otro día una cita que empezaba diciendo que los seres humanos, en general, dejan pasar la vida de la manera más tonta, que las oportunidades aparecen y se esfuman sin ser aprovechadas, que la gente no desarrolla sus capacidades como es debido.
    Hago una pausa para comentar que ahora mismo ahí afuera hay una tormenta con rayos y truenos que tiembla el misterio.
    Sigo. He escrito el primer párrafo refiriéndome a personas y seres humanos en tercera persona del plural y no ha sido fácil porque me salía la primera, nosotros, basándome en que tú y yo también somos personas (y por ende seres humanos). También está la tentación de ceñirme a la primera persona del singular que al final es lo que hay detrás pero que utilizada en exceso empalaga.
    La cita empezaba, más o menos, como he dicho pero no recuerdo como terminaba ni quién era el autor. Tal vez ese olvido se deba a que me sentí interpelado: estaba desaprovechando mi vida. En una reacción espontánea de autodefensa lo primero que se me ocurrió es lo del tiempo, la vida pasa y no da tiempo de nada, los días vuelan como las hojas del calendario en las películas antiguas y nosotros parecemos obreros atrapados en la cadena de producción. Suena horrible, y más como excusa, así que dejando a un lado el hecho de que es verdad que la vida no suele dejar mucho margen para florituras intentaré otra argumentación.
    Bien, lo que dice la cita (incompleta) es cierto, la vida pasa y casi todo se nos escapa (o, más aséptico, casi todo se les escapa a los humanos). Es lo lógico, héroes con superpoderes que le sacan chispas a todo hay pocos y lo normal (o “lo normal”) es pasar sin dejar huella, así que todo lo que hagamos para llenar nuestra vida de sentido, sea mucho o poco, estará bien. Cuanto más se haga mejor, de acuerdo, pero sin agobiarse. Cada uno aprovecha o desaprovecha su vida como mejor puede. En mi caso valorando la conveniencia o no de escribir en una u otra persona del plural o del singular.

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