miércoles, 7 de junio de 2023

Ideas e idiomas

    Contó I. el otro día, y no recuerdo de donde dijo que lo sacó, que tener una idea original es un suceso que se da en la vida una vez cada diez años. Lo primero que habría que saber es en qué consiste tener una idea original. En cualquier caso, la noticia me ha sorprendido agradablemente ya que estaba bastante convencido de que nunca había tenido ninguna idea que fuera del todo propia, única e intransferible. No es que me estuviera haciendo de menos, pensaba que lo mismo le sucedía a casi todo el mundo.
    Ahora me felicito porque según esa teoría de los diez años, he debido de tener ya unas seis o siete ideas de las de verdad; me gustaría muchísimo saber cuales han podido ser. Por otra parte, es de suponer que esas ideas siendo propias no siempre serán geniales, más bien lo contrario; habrá unas pocas tipo Einstein y otras muchas desechables, de las conocidas como “de bombero”.
    Sea como sea, en esto de las ideas veo un paralelismo con los idiomas. Las ideas están ahí; en lo que hemos vivido, en lo que escuchamos cada día, en los libros por supuesto; nosotros nos limitamos a acoger algunas y rechazar otras (y según esta feliz noticia de última hora a tener una propia cada diez años).
    Con los idiomas pasa algo parecido, los idiomas también están ahí y no nos queda más remedio que aceptar sus reglas. En el mejor de los casos podremos valernos de un idioma con elegancia e incluso, alguna vez, supongo, tener una iluminación y mejorarlo; aunque esta posibilidad, mejorar un idioma, la veo mucho más remota que la de la idea por década.
    Conclusión, no somos nosotros los artífices de lenguas e ideas, sino que son ellas, las lenguas y las ideas, las que nos moldean a nosotros. En este escenario no deja de ser un consuelo que se te ocurra una idea propia de vez en cuando.

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