miércoles, 28 de junio de 2023

Tácticas literarias

    A mi columnista preferido le he notado dos tácticas novedosas esta temporada, dos buenas ideas que ha aplicado en sus artículos. No digo su nombre porque aquí solo se nombran escritores de Julio Cortázar para arriba. Es broma. No desvelar una identidad crea cierta atmósfera de misterio y revelarla por el contrario suele contribuir a que todo sea más ramplón. Por otra parte hace tiempo en una entrada de este blog ya aludí con nombre y apellido a este escritor y a una de sus columnas con la que me sentí especialmente identificado. Te invito, señor o señora diletante, a que la busques.
    Vamos con las ideas. Una es la creación de un personaje ficticio en sus divagaciones, un amigo invisible (así lo ha definido él mismo) que hace comentarios y con el que intercambia impresiones mientras ven pasar la vida desde la terraza de un bar. Un amigo muy útil que siempre está ahí, un alter ego. Me gusta la idea y me da pena que no se me haya ocurrido a mí antes, aunque sé que nunca nada se me ha ocurrido a mí antes; y tampoco a él, para decirlo todo.
    La otra idea se refiere al asunto tan recurrente hoy en día, del género. Lo que hace, el truco, su propuesta para solucionar el problema del género en el lenguaje, es alternar el masculino y el femenino en sus oraciones (las del texto, no las de rezar). Por ejemplo escribe todas lo sabemos y en la siguiente frase cuando habla uno consigo mismo. O al revés, todos lo sabemos y luego cuando habla una consigo misma. Me parece bien, claro, pero el efecto es desconcertante, cada cambio de género es como un vuelco en la dirección del viento que te despeina al pillarte desprevenido; será la falta de costumbre.

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