Enamorarse es, supongo, sentir de pronto y sin mayor motivo aparente que lo justifique una atracción irresistible hacia otra persona. Intervienen la belleza física y también la belleza moral, digamos, en la medida que se manifieste si es que se manifiesta. Además, y muy importante, me temo, lo receptiva que encontremos a esa persona hacia nosotros. El amor es un motor que se para si no hay realimentación.
Javier Marías escribió una novela que tituló “Los enamoramientos”. La leí y ya no me acuerdo de nada. Sí recuerdo, en cambio, algo que comentaba. Decía que a la hora de traducirlo al inglés había un problema con el título. Según él, en inglés no existía la palabra “enamoramiento”. La solución que adoptaron fue recurrir al término infatuation, que es al parecer lo que se usa en inglés para ilustrar el fenómeno sin los tapujos del castellano.
Creo entender por donde va porque infatuation, volverse fatuo en traducción literal, da idea de que algo se te ha subido a la cabeza y también de que se trata de un hecho pasajero (por fortuna), algo no muy lejano a un antojo. Estar “infatuado” toda la vida se podría considerar un caso benigno de enajenación mental. En cambio seguir enamorado está bien visto y ver una pareja de ancianos paseando de la mano da paz. Sea como sea he llegado a la conclusión que tanto para el amor como para la vida en general es muy conveniente echarle un poco de cuento.
Creo entender por donde va porque infatuation, volverse fatuo en traducción literal, da idea de que algo se te ha subido a la cabeza y también de que se trata de un hecho pasajero (por fortuna), algo no muy lejano a un antojo. Estar “infatuado” toda la vida se podría considerar un caso benigno de enajenación mental. En cambio seguir enamorado está bien visto y ver una pareja de ancianos paseando de la mano da paz. Sea como sea he llegado a la conclusión que tanto para el amor como para la vida en general es muy conveniente echarle un poco de cuento.
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