viernes, 22 de diciembre de 2023

La ley de los tres tercios

    Esta es una ampliación del quinto punto de las reflexiones sobre la habitación oscura del otro día. Se trata de la que podríamos llamar ley de los tres tercios. La idea la he tomado prestada de unas declaraciones de Altuna comentando la reacción del público tras un partido de pelota.
    Pongamos que sales a la calle con una regadera verde sobre la cabeza y se hace una encuesta sobre la reacción que desencadena este hecho entre los transeúntes. El resultado —como comentábamos el otro día— será que a la gran mayoría le es totalmente indiferente, que le da igual que lleves sobre la testa una regadera verde o un unicornio rosa.
    Sigue siendo válido lo que dijimos, bien, pero vayamos algo más allá; supongamos que el encuestador insiste, que pide un esfuerzo al encuestado para que se defina, opinión forzada o algo así creo que se llama. El resultado entonces será, a grandes rasgos, no estamos ante un problema de aritmética, que las respuestas se podrán agrupar en tres grandes grupos.
    Una tercera parte se reafirmará en su primera respuesta, no le importa en absoluto, le estás haciendo perder el tiempo, bastante tiene con lo suyo.
    Un segundo grupo, otro tercio de los encuestados, confesará que ya que insiste y aunque no lo quería decir porque es una buena persona la verdad es que le parece mal, le parece ridículo y ofensivo para el ciudadano en general, que no se mete con nadie ni va molestando al prójimo; solo son ganas de llamar la atención, afán de protagonismo.
    Por último, el tercio final —y esta es la novedad alentadora, lo que nos hace pensar que no todo está perdido— acabará diciendo que en el fondo le gusta, que es un soplo de aire fresco, que es original y divertido, que hace falta más gente así, desinhibida y sin complejos, gente como tú capaz de salir a la calle con toda naturalidad portando una regadera verde sobre la cabeza. Verde o de otro color, eso da igual.

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