viernes, 1 de diciembre de 2023

Sonreír

    Ves en una película que alguien llega al típico pueblo americano; gasolinera, motel, instituto de secundaria, cafetería, general store... llega alguien, o una pareja, un tanto despistados, y se encuentran con que todo el mundo sonríe y todo son saludos, reverencias y pase usted por favor. En seguida sospechas.
    Hay otro tipo de películas, más frecuentes, en el que pasa lo contrario; frío recibimiento, miradas furtivas, camioneta que roza al protagonista y al alejarse asoma por la ventanilla un puño con el dedo corazón levantado... y no sigo porque no estamos hablando de estas películas, solo comentaba su existencia.
    Ves, decía, la extraña felicidad colectiva y en seguida sospechas, sospechas tú y sospecha el, la o los protagonistas. Tanta felicidad no es normal; una de dos, empiezas a barajar posibles causas, o están echando algo en el suministro de agua, y eso se descubrirá más tarde al constatar que el único que no está afectado por la especie de epidemia es el borracho del pueblo que no prueba nunca el agua o, segunda posibilidad, y en este caso la peli es de ciencia ficción, todos los aparentes ciudadanos son robots; los verdaderos habitantes están secuestrados en la cancha de baloncesto, salvo unos pocos que se han escondido en la iglesia metodista. Qué difícil es desarrollar una trama original.
    Sea como fuere, el mensaje inmediato que comprendemos y asumimos sin rechistar es que no se puede ser un feliciano, que es de tontos ser tan felices; no se puede poner siempre buena cara, sonreír y ser amable con todo el mundo, no es posible decir siempre gracias y por favor; y la verdad, seamos sinceros, así es, no se puede; o bueno, lo último igual sí, lo de decir por favor y gracias, hay gente que lo hace, debería decirse más, aunque haga mal efecto al principio, qué empalago; sería cosa de acostumbrarse, dicen que uno se acostumbra a todo.

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