viernes, 19 de julio de 2024

Chit-Chat

    Vivimos al borde del futuro, como se ha hecho toda la vida. Tengo dificultades—me entrecorto— a la hora de empezar a hablar de algo. De escribir, en este caso. Escribir es hablar. Escribir es hablar solo. Escribir es una forma de hablar (solo) sin que nadie te interrumpa. Análisis estadístico: es la cuarta vez que menciono esta cita en el blog. Es del diario de Jules Renard.
    Gissing, George Gissing; es probable que no te suene de nada. A mí tampoco, hasta hace poco. Fue un escritor inglés y he leído una novela suya, New Grub Street. La acción transcurre en la década de 1880. Acción..., no hay tiros ni persecuciones. No sé por qué a la gente le gustan tanto las novelas y películas de ese tipo. A mí, aburrido que soy, me interesan más las historias “normales” de gente que no ha pegado un tiro en su vida, ni ha corrido delante o detrás de la policía o los criminales.
    Gissing escribió esa novela a partir de su propia experiencia. No voy a contar la trama, solo un pequeño episodio paradigmático. Uno de los personajes explica una idea que tiene para lanzar una revista. Relanzarla, en realidad. Se supone que hay una revista de nombre “Chat” (charla en inglés). La propuesta del emprendedor es cambiar ese nombre a “Chit-Chat” (cháchara) y publicar textos breves, de dos párrafos —dice— dirigidos a esa nueva generación de jóvenes semi-educados incapaces de mantener la atención en nada más largo. Más o menos esa es la idea, puede que te suene. La novela, hay que subrayarlo, se publicó en 1891.
    Vivimos al borde del futuro y nos entra el lógico vértigo, qué tiempos estos. Pues sí y no. Gissing sentiría algo parecido y vería como se derrumbaba el mundo a su alrededor, igual que ahora. Las nuevas generaciones, qué desastre, ya no tienen tiempo ni ganas para una mínima reflexión, hay que alimentarles a base de pildoritas de dos párrafos, como mucho. Esa también es mi desgracia, sospecho que desde que me alargo a cuatro párrafos el número de lectores se ha reducido a la mitad. Y ya erais pocos.

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