martes, 19 de agosto de 2025

No seré ese

    Dice el abogado y escritor Ferdinand Von Schirach (hay nombres y nombres) que la cosa se animó cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, porque hasta entonces —cuando eran “felices” haciendo nada— no se podía decir que fueran seres humanos. Solo lo fueron cuando afrontaron la vida en el mundo natural; cuando, en palabras de Von Schirach (o de su traductor), por fin terminó ese aburrimiento infinito, ese vacío mental y ese regocijo constante.
    Me ha sorprendido leerlo porque coincide simétricamente, diríamos, con algo que justo había pensado hacía poco y que me lleva a decir que el porvenir para los creyentes es el reflejo en el espejo del tiempo de esa interpretación del Génesis que hace Von Schirach.
    Según la Iglesia, los justos pasarán la eternidad embelesados en la contemplación de la divinidad. Pensando en ello, se me había ocurrido que si, pese a mi dudoso comportamiento, voy al cielo, ese ente dichoso para siempre, y exento de humanidad, que se hará pasar por mí no seré yo, que no puedo dejar de ser un simple ser humano, con todas mis conocidas y queridas imperfecciones.

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